El granito es una
piedra dura, no calcárea, de aspecto cristalino, que presenta valores muy altos
en cuanto a dureza y resistencia a esfuerzos y alteraciones, admitiendo
cualquier tipo de trabajo y acabado. Además, permite el aislamiento integrado
evitando la humedad y la contaminación acústica del interior, mientras que
favorece el ahorro de energía y el control climático. Gracias a estas
características y a su homogeneidad, los granitos españoles combinan perfectamente
entre sí y con otras piedras. Su estabilidad y dureza superficial también
ofrecen ventajas frente a agresiones externas, resistiendo mejor que otras
piedras al rayado, desgaste y afecciones atmosféricas, estando indicado su uso
en cualquier situación geográfica.
Una vez pulido, su escasa porosidad impide
la absorción de cualquier líquido, por lo que es más fácil su limpieza, y por ello está recomendado en solerias y encimeras de cocina.
El granito se ha usado
desde la prehistoria en monumentos funerarios, militares, eclesiásticos, obras
públicas y privadas, tanto por sus propiedades estéticas como por su
durabilidad, siendo símbolo inequívoco de permanencia en el tiempo.



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